sábado, 14 de septiembre de 2013

Un poema de "Yo he vivido en la tierra":



Desde el día en que abrieron las compuertas
y la sangre morada empezó a descender
a los valles más hondos y a subir
a las cimas más altas y a meterse
en las venas de todos los conformes y a llegar
al necio corazón de los felices,
no he dejado de esperar en pedazos,
tan solo que hasta me he distanciado de mi propio ser.

Y estoy harto de todo lo que gira,
cada vuelta un abuso, estoy cansado
de pisar los caminos y no andar,
y mi suela es un gasto inconfesable.

Entre tantas pezuñas humanas y tanta vocación de exterminio,
me queda sólo un llanto de dolor y de ira,
un pedestal donde me acuesto para esconderme
de las balas del odio y de la estupidez.

Un pedestal para los que han fracasado,
eso es lo que me queda,
un hueco donde el tiempo funciona,
pero al margen del mundo y su mendacidad.

Eso es lo que me queda,
las palabras de todos
que vuelvo contra todos,
el sudor cotidiano hecho canción,
la música con que me obliga
esta supervivencia.

Pero hay un color más verdadero
que todo este dolor.
Pronto me moriré como un apache
y toda esta miseria será un cuento
de hadas increíble.

El tiempo seguirá, por una línea recta,
y todo acabará con un comienzo.

Pronto no existiré, y de esta pesadilla quedará sólo el sueño
de ser amado y fresco y verdadero,
y de andar por el mundo como el que anda en el mar.